Toda la enchilada para los jóvenes

Aparentemente no hay quienes se adelanten y avancen con el realismo necesario a los hechos, cuando en diferentes comentarios vertidos en las amplias ediciones dominicales de los diarios y los programas dominicales de la televisión del pasado fin de semana, ante lo cual vale recordar que sólo el DREAM Act no es suficiente, la juventud inmigrante merece más.

No solamente los estudiantes, sino todo joven que ingresó ilegalmente a los Estados Unidos siendo niño debe quedarse y recibir su estatus como residente legal.

La única excepción a la regla pudiera ser el hecho de que el menor se convierta en una pesada carga para la sociedad de este país con su mal comportamiento y que se haya hecho de una hoja de antecedentes penales, pudiera ser deportado, pero aún así, se le estaría negando su residencia a alguien que es residente ilegalmente, pero sin culpabilidad a ese respecto.

No obstante la claridad de lo que debe hacerse moralmente sobre quienes, siendo menores de edad, unos muy pequeños, hay faltas al sentido común contra ellos, que fueron traídos, se asimilaron a esta cultura, no conocen otro país más que Estados Unidos y un mal grande se causaría si fuesen deportados.

El DREAM Act, el acta desgranada en las siglas por su nombre en inglés Development, Relief and Education for Alien Minors, como se indica, sólo es para estos jóvenes inmigrantes que son estudiantes, y deja desprotegidos a cientos de miles que se encuentran desde niños aquí, que han crecido trabajando, sin haber podido ingresar a una universidad y para quienes una aprobación de estatus con residencia legal es, ante las circunstancias dadas, imposible, máxime cuando la misma Acta no ha sido aceptada por una mayoría de legisladores federales.

Me entusiasmó la columna de Steve Champan, quien les da con todo a los legisladores que no apoyan el Acta y les hace recordar, cómo políticos conservadores como George W. Bush, Ronald Reagan y el senador de Indiana, Richard Lugar, republicanos los tres, mostraron una cara humana e histórica al caso, apoyando la legalización de estos estudiantes, pero el mismo Chapman no va más allá con los otros jóvenes traídos por sus padres y que no estudian, pero trabajan.

La noticia sobre la versión de la legislación presentada por el senador Marco Rubio de Florida, no merecía ni leerse, se le adelantó el congresista Luis Gutiérrez quien lo refuta tajantemente en una columna publicada en esta página en nuestras dos pasadas ediciones.

Por lo visto otorgar la “enchilada completa” a todos los jóvenes inmigrantes que fueron traídos siendo menores de edad es, por ahora, impensable cuando no se ve que en la cocina política del Capitolio federal  empiecen a preparar siquiera la mitad.