¡Que el gobierno de México haga algo!

1ra. parte

Por Juan Pueblo

Un primo que estuvo encarcelado por asalto a mano armada, después de salir, estuvo vendiendo “vino adulterado”. Su madre y hermanos estaban felices porque vendía veneno mezclado con un veneno todavía peor. Decían que era bueno, y que así ganaba buen “dinero fácil” ¿Qué podía hacer el gobierno para corregir la educación que en casa dio mi tía a su hijo?.

Otro primo que ya padeció sífilis, gonorrea y se infestó de pedículus humanus pubis (piojos genitales) es que, aunque está casado y tiene ya dos niñas, le encantan las prostitutas. Por suerte en la actualidad está sano (o eso espero) y dice que “ya es especialista en enfermedades de transmisión sexual”, aunque no terminó la escuela preparatoria. Justo hoy fue a gastar otros $550 pesos en una ramera, y se mantiene un poco preocupado de no saber si ya contrajo VIH. Su padre (mi tío), a corta edad lo llevó con una prostituta, “para que se hiciera hombrecito”  y supiera “qué es estar con una vieja”.
¿Qué podía hacer el gobierno para corregir la educación que en casa dio mi tío a su hijo? ¿Por qué mi tío no acudió a donde se les explique sobre educación sexual y no a las “agencias de masajes”?

Otro tío, el “Tío Vicho” (Víctor) que murió hace dos años por alcoholismo. De joven era bravo, broncudo, le llamaban “El Burgués”. Me platicaba cómo se encerraba con mujeres, pues él “era el chido” que cargaba “la cocais”, el guapo y fornido (y claro que de joven lo fue, y de sobra). Se internó en centros de recuperación para drogadictos y alcohólicos cantidad de veces. En una ocasión, estando él “en reposo”, una madrugada empezó a gritar: – Las arañas, ¡Maten a las arañas! ¡Las arañas!, pero cuando corrimos a su recámara mi madre y yo, lo vimos saltar de un lado a otro de la cama, despierto, asustado, con esos ojos gigantes de drogadicto asustado, por fin lo pudimos controlar. ¡En esa limpia recámara no había ningún ataque de arañas gigantes! ¿Qué podría hacer el gobierno para corregir la ruta que mi tío fue fortaleciendo entre familia y amigos, hasta lograr su muerte?

Mi abuela siempre dijo: son hombres, deben ser cabrones y viejeros. ¿Esto, lo podría corregir el gobierno? Cuando Víctor murió, mi abuela y yo contamos 34 botellas de alcohol del 96 de 300ml (el que se usa para curar heridas) encontradas debajo de su cama.

En mi país, cada que tenemos un terremoto o inundación la gente se pelea por la ayuda que llega de fuera y del propio gobierno, mientras algunos tratan de salvar su vida, otros entran a casas de hermanos y vecinos para ver qué se roban, de preferencia en la noche, “cuando es más fácil”, si no es que los propios policías, militares y rescatistas desnudan las casas. ¿Qué podría hacer el gobierno mexicano para corregir a un pueblo desorganizado, indiferente, amoral y conformista, novelero y bebedor?

Hace unos días, estando dos niños menores de quince años “jugando” en casa, uno embebió al otro con un solvente y le prendió fuego. ¿Necesitamos un policía en la sala-comedor de cada casa? En otra colonia, una mujer permitía que su propio amante violara hasta la saciedad a su hija menor de edad, siendo esta testigo ocular y presencial, que para él no buscara algo más en la calle y no le fuera infiel. ¡Mejor ofrecía a su propia hija!. ¿Que el gobierno haga algo? A una mujer no le importa su propia hija, ¿Cómo cambia esto el gobierno?

¿Que hará el gobierno para tirarnos los televisores a la basura y meternos la cabeza en los buenos libros?  ¿Qué hará el gobierno para mantener a los treinta vagos, alcohólicos y drogadictos que se juntan en la esquina de mi negocio y de mi casa?  Es que sus mamis los quieren tanto…

No estoy de acuerdo en quejarme del gobierno, pues uno u otro partido está lleno de mexicanos, como yo. Esos que tuvimos una revolución que nos enorgullece, donde, soldados por un lado y revolucionarios por el otro, violaban ancianas, mujeres y niñas, delante de sus hermanos, maridos e hijos, y que, después de presenciar el evento serían asesinados, si no, torturados antes. Además, quemaban los cultivos, robaban las gallinas, guajolotes y puercos.

Los artistas españoles y latinoamericanos saben que vendiendo en México ya “abrieron mercado”, porque en México, cualquier extranjero vale más que un mexicano. Un argentino (dueño de una gran maquiladora de Guadalajara) siendo patrón y buen amigo de mi primo “El Chivigón”, en una ronda de cervezas le confesó: “ aquí en México, españoles y argentinos vivimos felices, llegamos a pedir permisos y hacer trámites y los mexicanos nos tratan mejor que a sus propios compatriotas, nos brincamos filas y ahorramos tiempo, gracias a ustedes, y las mujeres, por alguna razón, aunque seamos horribles, siempre nos sobran”.

¡Viva México Cabrones! ¿Viva México? ¿Qué parte de México? ¿El de los idiomas indígenas que nos avergüenzan o el de los Nike que utilizamos? ¡Viva México! ¡Grítalo aquí!, en nuestras fiestas patrias, por que cuando te paras en China o España agachas la cabeza, pa’que no te vean que eres mexicano.