Por Ezequiel Banda Sifuentes

Ya hace más de un mes que don Manuel Nuñez cerró su restaurante “Mi Tierra”, un hecho que ha causado innumerables comentarios, rumores y preguntas sin respuesta.

Los letreros puestos frente a este icónico restaurante de La Villita no lo han dicho todo, sólo que “después de 30 años de servir a la comunidad “Mi Tierra” se retira”, sin embargo, como nunca falta en estos casos, se ha producido una serie de conclusiones que pueden juzgarse de irresponsables y sin sentido. Ante esto, hay que dejar algo muy importante en claro: que el restaurante se destacó en muchas facetas y según los mismos conocedores del lugar, fue durante tres décadas una institución de prestigio.

Lo que también se sabe y de esto sí se sabe mucho, es que el Sr. Nuñez, se condujo con profesionalismo con quienes lo han tratado, especialmente sus clientes, soy testigo de eso, ha sido caballeroso, atento y servicial y a su restaurante lo mantuvo con el buen aire de las tradiciones y la buena comida muchas veces ambientada con lo mejor de la música mexicana.

Si (aparte de la buena carne asada), el tequila era la característica y el sello de Mi Tierra, no sé de algún escándalo relacionado con el consumo de alcohol y como reportero y periodista, y cliente de Mi Tierra, puedo afirmar, al igual que innumerables personas, que se trataba de un negocio serio. A través de la historia de nuestra comunidad latina y por el creciente problema de las drogas y el narcotráfico para muchas personas es lo más fácil de concluir en el supuesto lavado de dinero sin reparar en la gravedad de estas implicaciones que están lejos de merecer el desaparecido restaurante y su propietario. Pero se da desgraciadamente lo que nunca falta en estos casos: como causa y motivo de la clausura de Mi Tierra hay diversas versiones, unas con cierto razonamiento, pero lo que sí debe rechazarse es lo del lavado, algo sin bases. Un negocio, sea taller, supermercado, restaurante, o bodega, clausura por diferentes motivos familiares, de salud o económicos. Ni Mi Tierra ni su propietario, merecen dicha calumnia que confío, quede opacada con la verdad y los razonamientos.